DECIR ADIÓS

BY joan No comments

Hace un año por estas mismas fechas, hacía esta reflexión, era la época en que el bloc lo escribía en catalán. Un año después me vuelvo a permitir la licencia de volverlo a publicar (ahora en castellano) ya que los sentimientos son parecidos un año después: 

 La vida se hace sólo de momentos, momentos que te cuestan valorar, pero cuando al fin te das cuenta, la vida no te deja regresar (Julio Iglesias) 

      Abrimos las puertas a la última semana del curso escolar y empezamos a cerrar las ventanas de lo que ha sido un curso lleno de momentos y de vida compartida. Como cada año tocará despedirse de los alumnos que han compartido contigo el mismo espacio y la misma realidad diaria. Sobre todo de aquellos niños y niñas de doce años que terminan una etapa como es la primaria para subir al barco de la secundaria, y navegar por otros mares y atracar a otros puertos hasta ahora desconocidos.

 En las escuelas como la mía, donde los alumnos se van una vez acabada primaria, esta última semana tiene un fuerte componente emocional por los alumnos de sexto. Para muchos de ellos, después de más de 10 años de ver las mismas paredes, el mismo patio, saludar a las mismas personas día tras día, ahora tocará despedirse y dejarlo de hacer para siempre. 

 Después de casi 20 años viendo la misma escena cada mes de junio, uno ya se vuelve más insensible ante las muestras de sentimientos que exhiben algunos niños y niñas, he de reconocer sin embargo, que los primeros años, mi grado de empatía era tan elevado hacia sus sentimientos, que incluso una parte de mí se emocionaba a borbotones. Pero ahora: los años, la experiencia, la racionalidad, etc, hace que viva estos momentos con una cierta distancia emocional (aunque en ciertas ocasiones es inevitable que la emoción te gané la partida). 

Uno de mis objetivos pues, es buscar cómo provocar en los alumnos la capacidad emocional de sacar todo lo que llevan dentro en esos momentos. Creo que una de las tareas más importantes que tenemos como educadores de personas, es ser gestores de las emociones de los niños, por eso la competencia emocional es muy importante que esté presente en nuestras escuelas, hay muchos momentos de vida en el escuela donde podemos trabajar esta competencia. 
Y el final de curso es un buen momento: Un buen momento para recordar todo lo que han vivido juntos. Un buen momento para recordar a los compañeros que en algún curso marcharon y que ahora ya no están, preguntarse dónde estarán y que será de ellos. Un buen momento para agradecer a todas las profesoras y profesores que les cambiaban los pañales o que les enseñaron las primeras palabras escritas. Un buen momento para perdonar a todos aquellos que en un cierto momento discutieron, pelearon, hicimos daño o nos hicieron daño. Un buen momento para reír juntos de todas aquellas anécdotas que han compartido, de reír al ver aquellas fotografías de hace 6, 7 o 10 años cuando todavía eran unos chiquillos. Un buen momento para valorar todo lo que han tenido, tienen y que de una manera u otra nunca más tendrán. 

 Por eso, ya hace una semana que llevo provocando que estos niños tengan un espacio, un momento para recordar. Con una música suave, con imágenes de hace años y con una iluminación adecuada, procuro que hagan silencio exterior y que busquen su mundo interior aquellas experiencias que les haga provocar sentimientos: alegría, tristeza, agradecimiento ...
El último día de curso y antes de que las puertas de la clase se cierren definitivamente, el equipo de pastoral prepara una pequeña y sencilla celebración para despedirse, la finalidad es que valoren todo lo vivido, que sean conscientes de todo lo que se 'llevan y que no olviden a sus compañeros de viaje. 

Hay maestros que piensan que no hay que hacer eso con los alumnos, ya que argumentan que los alumnos por sí solos ya lo viven, también piensan que son muy exagerados y que dentro de dos días toda esta tristeza y llantos que muchos exhiben ya habrá pasado. Pero, aunque sí es cierto que estas emociones intensas duran poco en el tiempo, y que rápidamente se diluyen como aspirinas dentro de un vaso de agua, qué quieren que les diga, yo soy de otro parecer: Creo que es una tarea nuestra la de hacerlos competentes en las emociones, que sepan gestionarlas, que sepan identificarlas y que puedan ser capaces de expresarlas. 

Quizás no conseguiremos que recuerden la escuela como el lugar donde aprendieron los ríos de Cataluña o el área de una circunferencia pero quizás, y sólo quizás, y con un poco de suerte, conseguiremos hacer personas con un ingrediente esencial para ser felices. 

Y ojalá, que alguien, cuando una tarde de domingo dentro de 30 años le venga a la cabeza aquella pequeña escuela del Paral.lel, su cara esboce una sonrisa ... Sería la mejor recompensa que como maestro podría tener ... qué queréis que os diga ...

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